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El Rey viste de Blanco

EL MES DEL REY QUE VISTE DE
BLANCO.

 

 

La ceremonia de las Aguas de Oxalá es una de las más
bellas del Candomblé, y rememora un mito lleno de
enseñanzas sobre el modo de vida del Candomblé.

 

 

Marca el comienzo del Ciclo de Oxalá, Padre de todos
los Orixa, con las conmemoraciones y festividades que
lo conforman.

 

 

El jueves, entre las siete de la tardecita y la medianoche,
todos los hijos e hijas de la Casa de Santo realizan un
bori (obligación que se hace con fruta llamada obi y agua)
para purificar su cuerpo y cabeza y así poder cargar las
aguas.

 

 

Después de ese bori, se van a descansar, hasta que son
despertados por la Iyalorixá al amanecer del viernes
("sexta de Oxalá) para iniciar el precepto de las aguas.

 

 

Vestidos de blanco, salen en silencio del terreiro,
en procesión, cargando vasijas y teniendo al frente a la
Iyalorixá que va haciendo sonar el adjá (campanilla ritual)
En los tiempos de Mãe Senhora, se dirigían hacia una fuente llamada Riacho, que queda al lado de la Laguna de la Abuela, en ese terreno de San Gonzalo del Retiro. Hoy, esa obligación es hecha dentro del propio terreiro.

 

Media hora después, con sus vasijas llenas de agua,
se apoximan a un lugar apropiado, todo cercado de paja,
con una choza indígena, llamada Balué, donde se colocó
el asiento del viejo Oxalá. Allí, todos presentan aquellas
aguas a la Iyalorixá, que las derrama encima del
asentamiento de Oxalá. Se hacen tres viajes a la fuente
donde está el agua y, en el tercero, el agua no es derramada
, quedando todas las vasijas llenas depositadas en el Balué,
siendo colocada una cortina blanca en la puerta y una
estera en el suelo.
 

 

 

Cada persona que llega se arrodilla sobre aquella estera
en señal de reverencia. Algunas personas, los que tienen
orixá masculino, dan Dodobalé, se acuestan a lo largo,
tocando el suelo con la cabeza. Las demás dan Iká oyun
iká osi, dándose vuelta de un lado y del otro, tocando el
suelo con la cabeza - son las que tienen orixá femenino.
Después de esa cortesía, la Iyalorixá, juntamente con
todos sus hijos y fieles, comienza a cantar un saludo para
Oxalá (Oriki):

 

 

Babá êpa ô

 

 

Babá êpa ô

 

 

Ará mi fo adiê

 

 

Êpa ô

 

 

Ará mi ko a xekê

 

 

Axekê koma do dun ô

 

 

Êpa Babá

 

 

Después de cantado ese saludo, todas las personas pertenecientes a Oxalá entran en trance y van hasta el Balué.

Hacen las reverencias y saludan a todos, agradeciendo el sacrificio de aquel día y rogando a Oduduá para que les de su bendición.



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